diumenge, 13 de desembre del 2009

Almuerzo en VILA-RODONA...

Por Jaqueton:



Esta mañana, trece de diciembre, me levanté feliz.

Qué digo feliz…! Contentísimo!!! Acojonantemente excitado, y con más ganas de moto, que Ángel Nieto en su sexto campeonato…!!!
Y es que esta mañana… por fin íbamos a estrenar invierno…!! Je, je, je… Y yo, previsor como soy, me procuré una camiseta de esas térmicas, que junto a los pantalones de debajo, y a unos calcetines de esos de esquimal… me iban a hacer pasar el frío, como quien hace media…

Y es por eso, que cuando a las seis menos veinte salí en pelotas a la terraza… con la morbosa intención de notar un frío acojonante, y sólo noté gotas de lluvia sobre mi cabeza, cual Paul Newman en “Dos hombres y un destino”… me sentí jodido.
Muy jodido…

Así que decidí darme la ducha mañanera… ir vistiéndome –por capas-, hasta terminar… Y a ver si llegada la hora de salir, había terminado el molesto chiriviri…

A todo esto, por el foro, el amigo Moli me comunicó que en Santa Oliva también llovía… Aunque por lo que dijo, con mayor intensidad que en La Blanca Subur. Donde el chiriviri era casi imperceptible.

Decidí partir hacia la moto, donde podría ponerme los pantalones de agua que guardo en una de sus alforjas, junto al resto de ropa de lluvia.
Mono, manoplas, cubre-botas, chaqueta… Todo allí, celosamente guardado, para el día que la impertinente lluvia nos pille ruteando lejos de casa…

Y es por eso, que decidí salir. Por practicar –cerca de casa- bajo una lluvia que no solo no era molesta… sino que además, debido a la ausencia total de viento, daba cierto placer…
Me recordaba aquellos largos paseos que me daba de jovenzuelo, de vez en cuando, y cuando llovía… paseando por las calles de mi pueblo, sintiendo la lluvia en mi cabeza… Cómo me gustaban!

Total, que después de ataviarme como es debido, emergí del parking completamente embutido entre capas y capas de ropa. Pantalones térmicos bajo los tejanos, y sobre éstos, los impermeables… La camiseta térmica bajo la camisa de franela, y cubriéndola… la chupa de cuero bajo el chaleco.
Un soto casco… la braga… el casco… los guantes de invierno –impermeables también-, y las botas.
Las cuales no protegí con los cubre-botas, precisamente porque el chiriviri no era insistente, y tenía pinta de parar de un momento a otro.

Allí estaba yo, cerrando la puerta del parking, cuando Moli me comunicó mediante sms que no podía salir de casa, pues en Santa Oliva la lluvia era más pesada, insistente y seguida… Así que le ofrecí el sucedáneo de salir en coche. A regañadientes… Sin ganas… Y deseando que me dijera que no.

Diez minutos más tarde, comprendiendo que en mi interior, y después de haber estado sentado sobre mi burra perfectamente equipado, y en la calle, en mi interior no se encontraba la voluntad de volver a casa… decidí arriesgarme y salir a carretera, dirección Vilafranca. Concretamente, al Monterrey. Nuestro punto de encuentro…
Se lo comuniqué a Moli, y le dije que según viera la cosa allí… le contaría. Y que si quería, me acercaba a su pueblo y almorzábamos allí… (Yo, es que no me resignaba a quedarme sin almuerzo… je, je, je…)

La ruta hasta la capital del l’Alt Penedès, fue didáctica…

Saliendo de Vilanova, el chiriviri se tornó llovizna… que tras unos kilómetros desapareció completamente.

Sólo volvió a aparecer al pasar el túnel…

Que… por cierto… Como quinientos metros antes de entrar al túnel, la carretera estaba seca! Parecía que allí no hubiera llovido…! De hecho, no lo hizo, pues no hacía viento suficiente –la verdad es que no hacía ni pizca- como para secar la carretera…!
Aluciné pepinillos, cuando descubrí bajo mis gomas el asfalto seco… Pero, solo pasar el túnel, el chiriviri arrancó de nuevo, y no me dejó hasta casi entrar en la gasolinera de Sant Miquel d’Olèrdola. Donde paré a llenar el depósito de mi pequeña, y donde recibí la llamada de Moli interesándose por mi situación, y el estado del tiempo.

Le conté cómo iba la cosa… y le dije que me disponía a llegar al Monterrey –faltarían solo unos miles de metros-, y que desde allí le diría la evolución del húmedo tiempo…
Por lo visto, en Santa Oliva, la lluvia continuaba incesante… y a un nivel que le quitaban las ganas al más pintado, de subirse a la moto.

Y llegué por fin al Monterrey…!!

Entré… me pedí un carajillete… Platiqué un ratico con la camarera –hija de los dueños, que por lo visto, le han cogido gusto a esto de o currar los domingos-, y mientras, le mandé un sms a Moli… contándole que por allí no llovía.
Y que si finalmente en Santa Oliva no amainaba, impidiéndole definitivamente salir, me iría por Bellvei a Calafell… y de allí, a Cunit.
Concretamente, al Sol. Donde los segundos domingos de cada mes, hacen almuerzotes populares…

Mientras me servían el segundo carajillo –esta vez descafeinado- y una caña de chocolate… me llegó un sms de Moli, en el que me confirmaba que no podía salir. Que seguía lloviendo, y que la cosa no tenía pintas de parar.
Así pues, decidí dar definitivamente la salida conjunta por abortada… y continuar con la mía, individual y como dije antes, didáctica…

Me metí el segundo carajata, pagué, y me dispuse a cabalgar de nuevo a lomos de mi pequeña… pero esta vez, viendo perfectamente la carretera. Pues la luz del nuevo día, aunque tenue… iluminaba el asfalto, y le hacía brillar reflejándose en los millones de gotitas de agua que lo cubrían…

La verdad es que a partir de ese momento, es cuando empecé a disfrutar de mi ruta… Aunque sobre un asfalto mojado… pero a muy buen ritmo -90-100- fui recorriendo la N-340, con ausencia total de viento, y casi de vehículos…!
En esos momentos, fue cuando yo más me acordé de los paseos que me daba yo de chico bajo la lluvia…

Me acordé, porque llegando a L’Arboç empezó a llover…

Primero chispeando tímidamente, pero luego, con mayor intensidad e ímpetu…
Yo, disfrutando de la ruta… De la sensación de sentirse totalmente seco y calentito… bajo la fría lluvia que mojaba el conjunto romántico y perfectamente equilibrado que formábamos Bilú It y yo mismo…
Entonces comprendí la belleza que he oído expresar a los labios de muchos moteros experimentados, cuando hablan de rodar bajo la lluvia. Solo en esos momentos se puede comprender… Sin palabras. Sin gestos. Simplemente fluyendo y disfrutando el momento…
Un hermoso “drop ut”… Fin del lema psiquedélico, me invadía…
El popular: “turn on, tune in, drop out”.

Pues bien. En esos momento, yo había sintonizado perfectamente… y me encontraba disfrutando el momento en todo su esplendor…!

Solo… ejem… Solo… solo un detallito, vino a joder la historia…

Y es que como recordareis, al principio del relato decía que no me puse los cubre-botas, porque con el pseudo-chiriviri, no se me antojaron necesarios…

Pero claro. Al pasar L’Arboç, la llovizna se tornó incesante… y cual caballo azuzado por la fusta, la velocidad de mi moto la volvía más y más intensa…
Tanto, que acabó por calar en mis botas –que no son impermeables-, terminando por mojar mis calcetines, y por ende, mis hermosotes pinreles…! Je, je, je…

Así… Ya os podéis imaginar el pastel!!
Yo, totalmente seco y calentito por todas partes... Feliz y contento de la rutilla tranquila y dicharachera que me procuraban la lluvia y las luces de la mañana...
Pero, como un Aquiles cualquiera, con un “talón” que mermaba mi determinación… y minaba mi ánimo.

Llegué al Sol. Y aunque ya hacía rato que solo chispeaba muy levemente... Notaba los pies fríos como témpanos, y eso no era bueno...

Entré al garito, donde la gente allí se echaba su café con leche y su cortado... Me pedí un carajillazo de los míos...

…y valoré las posibilidades.

Y la verdad, la idea de almorzar con los pies mojados y fríos, no me apetecía demasiado, al tiempo que me jodía sobremanera… Así que decidí apurar el carajata, regresar a mi casa… y allí, tranquilamente, almorzar como es debido… con los pies sequitos y la moral… ejem… Con los pies sequitos…

Y nada… así di por terminada la salida –o intento de ella- que hoy realicé…

Y así llegué a casa, me preparé un suculento almuerzo –antes pasé por el horno-, y me dispuse a disfrutar de esta melancólica y relajante mañana dominical…

Esperemos que la próxima sea un poco menos húmeda…! Je, je, je…

P.D. Dedicada a Moli, que ha sabido soportar estoicamente mi impetuosidad, en una mañana en la que me resistía a conformarme con no salir…

Un abrazo amigo!! A ver si para la próxima podemos compartir unos kilómetros, una mesa, y un estupendo y opíparo almuerzo!!!

NaClu2!!!