dissabte, 3 d’abril del 2010

Reencuentro en Ruta al Oeste. RUBIÓ.

Por Jaqueton.

El pasado sábado tres de abril… la intención era ir a almorzar a l’Antiga Masia.
Estupendo restaurante que descubrimos por casualidad Tito y éste que os habla, allá por noviembre-diciembre del año pasado. Y aunque en ésta ocasión el amigo Tito no vino… quien sí lo hizo fue Moli.
La mañana del tres, nos encontramos en el Monterrey… y tras cafetear –yo, pues Moli está a dieta de verde-, emprendimos la marcha hacia Igualada; que es donde se ubica el mencionado boliche…

La primera parada fue la gasolinera de Puig d’Àlber.
Pues a mi menda se le fue la pinza subiendo a Vilafranca… y no paré en Sant Miquel d’Olèrdola como es mi costumbre.
Así pues, llenamos sendos depósitos, e iniciamos la rutilla alegre hasta la capital de l’Anoia.

Llegamos al restaurante, y una funesta sensación se apoderó de nosotros.
La ausencia de coches, las pocas luces en el interior… la cadena en la puerta… No podían presagiar otra cosa, que el hecho inequívoco e innegable, que el garito estaba más cerrado que el culo de un delfín…!
Así que echamos –eché- un cigarrito, y al tiempo de apagar la colilla, decidimos ir a almorzar al Ruta al Oeste.
Que total, está a apenas quince minutos de allí… y nos apetecía pasarnos a saludar. De hecho, poco antes habíamos comentado la posibilidad de ir a tomar la cervezuela rutera y típica… je, je, je…

Llegamos –como digo- en apenas unos minutos. Y tras tomar posesión de la pequeña mesa que hay delante de la barra… pedí un bocadillete de almuerzo frugal y ligero. Pues Moli, que lleva una rigurosa dieta facultativa… ya se traía el sustituto para el almuerzo.
Y es que el amigo, está dispuesto dejarse el tipo de un adonis…! Je, je, je…
Fuera coñas, que todos deberíamos –y yo el primero- empezar a cuidarnos un poquillo… que cuando me peso en la báscula –la que habla- de la farmacia de la esquina, siempre me dice con voz rota y metálica: “De uno en uno, por favor. De uno en uno…!”

Total, que almorzamos la mar de plácidamente, mientras conversábamos con Merche –Juan estaba en la tienda de Terrassa-, y deliberábamos sobre las ventajas y desventajas de una vida sana… Sobre los patíbulos personales de cada cual… y, en fin, sobre la vida en general.
Y es que eso es lo bueno de ir al Ruta.
Que sabes que allí encontrarás amigos dispuestos a pasar un rato agradable contigo. A darte juego y conversa… Y a hacerte pasar media mañana como si estuvieras en tu propia casa…

Y digo media mañana… porque aquél día trabajaba de tarde… Y no sería más de las doce cuando tras la visita típica y obligada a la tienda –donde pillé un bonito parche para mi encantadora mujercita-, subimos a las burricas y emprendimos la marcha.

Una marcha que ya no tendría parada cervecera… pues a mí el tiempo me era importantísimo y muy valioso… Y por eso, allí mismo, antes de montar, nos despedimos como es debido.

Bajamos la A2 hasta Igualada, para empalmar con la C-15 dirección Vilafranca. Donde nos despedimos cuando el amigo pilló la N-340 para llegar a Santa Oliva… y yo seguí por la C-15 que me dejaría en la C-32, dirección a mi destino.
La blanca Subur…!

Una bonita salida, ciertamente… Muy bonita…!
Por lo sencilla… Por lo tranquila… Y sobre todo, por lo amena y distendida…!
Una de esas salidas que a uno le apetecería hacer tres o cuatro veces por semana… je, je, je…

Pero nos tendremos que contentar –mientras no nos toque una primitiva- con hacerla de vez en cuando, y mientras, soñar con ella desde casa….

Ya llegará la próxima…!!Que –como decíamos en la mili- hay más días que ollas…!!!

NaClu2!!!!