diumenge, 1 de desembre del 2013

Ruta al VALLÈS ORIENTAL.

Por Jaqueton:


Bueno…!! Después de veintiún días de “columpiada”… quizás ya va siendo hora de ponerme con el relato de las crónicas que andan dando vueltas por mi tintero…
Pero es que la verdad, después de la que realizamos el día uno –día en que empezaba vacaciones-, como que no encontré el momento apropiado para que las musas inundaran mi mente… y portaran éstos dedos que ahora aporrean el teclado de la más tosca de las maneras que os podáis imaginar… je, je, je…
Vamos, que durante las “vacas”… no fui capaz de ponerme a la labor. Y ahora, casi una semana después de olvidarlas... me decido –entre avergonzado y preocupado- a ponerme a ello.
Avergonzado, por el tiempo que he dejado pasar. Y preocupado… por no olvidar los detalles más importantes de las salidas… y conseguir haceros un relato “más o menos” digno.
Pero por encima de todo… por contaros como fue –a todas luces- una de las más bonitas que se han realizado en éste año…!
Por los paisajes…
Por la ruta…
Y porque con ella, nos quitábamos una espinita que sólo pueden clavar las salidas que por motivos meteorológicos nos vemos obligados a suspender. Así que cuando se realizan… el goce es impresionante…!!

Cabe decir que fue una salida poco concurrida. Y por ende… en la que nos vimos obligados a echar de menos a todos los amigos que no la pudieron compartir.
Así que mando desde aquí un saludo a todos y a todas… y espero que el día que la repitamos –porque la repetiremos- todos podáis formar parte de esa impresionante expedición al Vallès Oriental.
Tierra de mi media naranjuela… en la que uno gasta caucho al mismo tiempo que se enamora de los paisajes…

Vamos pues con la crónica…!
Que me enrollo con los previos… y luego me falta fuelle para terminarla… je, je, je…

El primero de diciembre… estrenando el último mes de éste año que –por fin- termina… realizamos una salidica que lamentablemente, nuestro amigo El Gran Manitou nos obligó a suspender dos semanas antes. Pues nos arreó en los morros con una lluvia que empezó en viernes –o jueves, ya no recuerdo…- y terminó más allá del lunes. (Casi ná!! Menuda guarrada que nos hizo el Manitou de los cojones…)
Pero que en justa correspondencia… el día uno de diciembre nos la compensó regalándonos un oasis de buen tiempo, entre un montón de días grises, húmedos, y sobretodo fríos…
La verdad es que los días previos –si bien es cierto que las predicciones del MeteoCat siempre fueron halagüeñas con respecto al domingo- estuvieron muy, pero que muy fríos…!! Y como el domingo en cuestión amanecería con un frescote carajote del cagarse… lógico iba a ser prepararse a conciencia y equiparnos como si estuviéramos en medio del invierno. (Estación que –recordemos- llega precisamente hoy…)
Así que aquella mañana, después de haber cambiado dos días antes el tema de los puntos de encuentro… arreglándolos de acuerdo a los que en realidad íbamos a salir; nos encontramos en la gasolinera del Molino, a las ocho de la mañanica.
Allí llegamos Eolia y mi menda lerenda… seguidos muy de cerca por Aracely y JuanPoti.
Que después que su intrépida niña les dio un sustillo al no querer arrancar… llegaban con una ilusión de la ostia, abrigados –como todos- como si nos fuéramos al Polo…!! Je, je, je…
Camisetas térmicas, pantalones térmicos, leginngs, calcetines de cuello alto, calzoncillos de lana con orejeras…
…de todo!!
Aquél día nos veíamos más que equipados. Y es que a pesar que las predicciones rezaban un domingo soleado y socarrón… la verdad es que amaneció con fresquete cojonero, que nos acompañaría una buena parte del camino.

Allí en El Molino echamos una charlita… (Pitillos ya sólo los eché yo, pues afortunadamente cada vez son más lo que abandonan el vicio) …y antes de que nos diéramos cuenta, ya estábamos arrancando motores… poniendo rumbo a L’Hospitalet.
Segundo punto de encuentro… donde nos juntaríamos con el amigo Jordi…!!

La rutilla fue tranquilota, relajada, y curverilla.
Y qué carretera hay más curverilla y relajada para ir a L’Hospitalet… que nuestra querida –queridísima- carretera de Las Costas…?
Así por allí tiramos, enlazando curva tras otra… hasta que –como siempre- sin darnos cuenta… y en plena sincronía con las curvas, ésta se terminó. Tiramos por la aburridísima autovía de Castelldefels… llegando –poco más tarde y sobre el horario previsto- a la calle del taller de Jordi.
Donde éste nos esperaba al lado de su Sonora… aguardando la hora del café pre-ruta…! Je, je, je…

Abrazotes y cariñitos… y pa’dentro que nos fuimos…!
Que los cafelotes ese día… ya os aseguro yo que nos venían, pero que muy bien…!!
En la mesa… sentaditos comentando la jugada… pasamos uno de los ratuelos más dicharacheros de cualquier salida.
Ratuelo que terminó poco después… cuando –de nuevo frente a las motos- ordenamos el escueto grupete de ruta, al tiempo que calentábamos motores para iniciarla cuanto antes.
Y es que había ganas, compañeros…!!
Ganas de ruta…
De devorar kilómetros…
Y de llegar cuanto antes a Granollers, donde almorzaríamos…!! Je, je, je…

La rutilla –si he de ser sincero- fue la mar de rápida.
Atacamos por autopista, aunque como sabéis… no es nuestro gusto tomarlas…
Pero la verdad es que hay salidas en las que no tenemos más remedio que hacer uso de estas vías rápidas, si queremos cumplir un horario –más o menos- justo.
Así que salimos de L’Hospitalet… y casi sin darnos cuenta, ya nos encontrábamos saliendo por la salida trece de la AP-7, entrando en la capital del Vallès Oriental: Granollers.
Una vez en la ciudad que vio nacer a mi adorada Eolia… tiramos para la estación de autobuses. Donde ya teníamos más o menos pensado que aparcaríamos burricas, para dedicarnos a otro grandioso momento de cualquier salida: El almuerzo…!!
Un almuerzo que nuestros atribulados estómagos esperaban con ansia… porque las horas eran ya para que los llenáramos con tema… je, je, je…

Mientras tanto… Eolia se fue a casa de sus padres –mis suegros- que viven allí al lado.
Quienes bajaron con ella a saludarnos… A conocer a los compañeros que no conocían… Y ofrecernos un par de termos de calentorro cafelote, que nos sentó de rechupete…!!
Dolors –la mamá de Anna-, y su padre –Joan-, no bajaron solos. Si no que lo hicieron con Sort. Una estupenda y simpatiquísima Golden, que ya la vez anterior que almorzamos allí –durante la salida a Blanes- vino también a saludarnos… y contagiarnos de su increíble bondad y alegría…
Qué buen momento, companys…!!
Allí… echando el cafelote –regado con galletitas de chocolate-, después de almorzar debidamente… y charlando la mar de a gusto con mis queridos suegros… que nos indicaron –a pesar que Juan ya tenía la rutilla clara- la mejor manera de ir al Montseny.
Destino de nuestra salida… y hacia donde nos encararíamos enseguida.

Así que nos despedimos cariñosamente de los papás de Anna… y tras haber calentado motores como es debido, arrancamos nuevamente el grupete de ruta… poniendo rumbo a la montaña…!!
A partir de ahí… carreteras más reviradas, y pasos por pueblos y villas, fueron nuestro paisaje de gusto.
Las ruedas iban gastando su caucho a buen ritmo… mientras nuestros ojos devoraban el paisaje, que cada vez se hacía más y más bonito…

No tardamos en llegar a la altura de Sant Esteve de Palautordera. Donde nuestro Capi paró al salir de él… pues le habíamos dicho que la casa de mi cuñada se encontraba allí. Y claro, al no haberle avisado… le extrañó.
Así que detuvo el grupo para preguntar… y acordamos que me pondría yo delante, pues la casa aparecería dentro de nada. Y lo suyo es conocerse el lugar… pues no hay mucho espacio donde parar.
Con lo cual… arrancamos de nuevo ruta, capitaneados por mí.
Capitanía que –en honor a la verdad- he de decir que me cubrió de mierda. Pues me hice unas cuantas cagadas de libro… que no deberían volverse a repetir.
Pero bueno… afortunadamente todo salió bien, y no hubo que lamentar más que los desafortunados despistes que me marqué…

Como dije antes… la casa de Laura –la hermana de Anna- se encontraba un poco más adelante.
Pero era menester saber donde… para –con antelación- prepararse para parar en el poco sitio que hay para ello. Ya que la entrada del camino es en bajada… y a pesar de estar a la derecha, uno no la ve hasta que está encima.
Aparte… frente a la casa hay sitio para parar. Pero pasa lo mismo… O anda uno preparado, o se pasa de largo sin remedio.
Y para acabar de “adobarlo”…
…yo recordaba que frente a la casa –al otro lado de la estrechísima carretera- había sitio también para parar… (De hecho, aparqué el coche allí en otras ocasiones) …pero ese lugar ya no estaba. Y claro, al divisar la casa… Pasarme de largo la entrada al camino… Descubrir que el lugar frente a la casa estaba ocupado… Y darme cuenta que el otro sitio al lado de la carretera, ya no existía…
…no atiné si no a detenerme –y detener el grupo- toscamente en mitad de la carretera… mirando con cara de tonto, sin saber qué hacer… para luego arrancar a escape, pasando de largo la casa, en busca de un lugar donde dar la vuelta. Vaya tela…!!
Primera cada gorda de mi menda…
Tiré por la carretera –que a partir de allí se tornaba bastante más curvera- buscando desesperadamente un lugar donde hubiera espacio para dar la vuelta. Pero como éste no aparecía… la desesperación me hizo parar en el primer sitio que adiviné con espacio… sin darme cuenta de lo cerca que estaba de la siguiente curva.
Y claro… a pesar de que había sitio más que suficiente para detener el grupo con seguridad… la seguridad de la maniobra dejaría mucho –muchísimo- que desear.
Segunda cagada gorda de mi menda…
A pesar de todo, dimos la vuelta… y pusimos de nuevo proa a nuestro destino: la casa de Laura.
Pero claro… en mi mente sólo tenía el hecho de tener que meternos por el camino. Así que no fui capaz de pensar con la frialdad necesaria, para darme cuenta que la maniobra no sólo iba a ser temeraria, si no ilegal. Con lo cual… nuevamente íbamos a ir “vendidos” por mi mala cabeza.
Descubrí la casa al frente… y clavé el intermitente para meternos por el camino que –a pesar de no poder verlo- sabíamos que estaba allí.
Detuve nuevamente el grupo… y cuando fui a meterme por el camino… no podía entrar…!! Ya que el camino –su sentido- me hacía dar un giro imposible que junto al escalón –por la inclinación del mismo- me obligaron a darme de bruces con la puta realidad: No podía entrar por allí… Había detenido el grupo… Y ahora no tenía ni idea de qué hacer…
Tercera cagada gorda de mi menda…
Cuando uno más necesita sus neuronas para salir “airoso” de una situación difícil… nunca falta el gilipollas de turno que viene a joderlo todo.
Y en ésta ocasión –a pesar de haberla cagado yo, cosa que no niego- no faltó el enlatado subnormal de turno… que a pesar de tener tres motos paradas con sus intermitentes puestos y con pasajeros bajando de ellas… se pasó por el forro de los cojones la decencia, y tiró para adelante sudándole –hablando en plata- la polla… y demostrando –una vez más- que por muy mal que uno lo haga, otro siempre puede hacerlo peor…
Ole sus cojones…!! Ya que tiró sin miramientos… y sin pararse a pensar que –de haberse esperado- la parada sólo le hubiera supuesto unos pocos segundos de su preciado tiempo.
Así le dé tos asmática y diarrea al mismo tiempo… y en tres viajes a “la taza” quede más vacío que un traje de neopreno…!! Por capullo!!!
Si es que hay que ser muy hijo de puta…

No quiero decir con esto, que la cagada del enlatado tape las mías, eh…?
De hecho, si yo lo hubiera hecho bien… nada de esto hubiera pasado.
Así que desde aquí entono nuevamente un mea culpa dolorido… pidiendo disculpas a todos los compañeros y compañeras que esa mañana, en menos de dos kilómetros, y en de diez minutos… puse en peligro tres veces.
Lo siento en el alma, companys… De verdad que sí…
No volverá a pasar. Palabra…

Afortunadamente… dimos la vuelta a las niñas para poder encarar el camino como buenamente pudimos. Y a partir de entonces… mi única preocupación iba a ser el salir de nuevo a carretera.
Pues el camino se las traía… y la salida se me antojaba mucho peor de lo que fue en realidad…
Pero bueno. El caso es que ya habíamos llegado a casa de Laura… y allí pasaríamos un ratico la mar de gusto…!!

Aparcamos las burricas… momento que alguno aprovechó para quitarse capas de cebolla, pues el tiempo no sólo había mejorado… si no que tenía pintas de hacerlo mucho más.
Y aunque por aquellos lares –en esa época- es imposible que haga calor… el fresquete que podía hacer, estaba a años luz del frescote carajote para el que íbamos preparados. Con lo cual… justo era quitarse capas “cebolleras”, con el fin de disfrutar más a gusto la ruta que todavía teníamos por delante.
Así que un poco más ligeritos… subimos las escaleras hasta la entrada de la casa, donde Laura y sus amigos nos recibieron con los brazos abiertos, dispuestos a disfrutar todos juntos de un muy buen rato de cháchara…
Momento la mar de gustoso… que duró un suspiro. (O eso nos pareció…) Pues cuando nos quisimos dar cuenta, ya era hora de emprender nuevamente la ruta… ya que en breve, iba a ser hora de comer. Y todavía no habíamos llegado al lugar donde íbamos a hacerlo.
Con lo cual… nos despedimos cariñosamente de Laura y sus amigos… poniendo de nuevo los motores en marcha. Y mientras se calentaban, nos fuimos arreglando para salir, y atacar la salida del camino que –hasta ese momento- era mi máxima preocupación… je, je, je…
Pero por suerte –como dije antes- no fue tan fiero el león como lo pintan. Y salimos la mar de bien… dando la vuelta –en un lugar apropiado-, capitaneados de nuevo –y afortunadamente- por nuestro Capi…
…mientras en mi cabeza sonaba aquella frase archiconocida que dice: “si no sabes torear, Manolete, pa’ qué te metes…!!”

Luego ya… la carreterilla siguió curvera donde las haya…
Carretera que –para los moteros de la zona- es ruta obligada para cualquier dominguillo gustoso… je, je, je…
La fuimos siguiendo a muy buen ritmo, mientras mi adorada Eolia –móvil en mano- inmortalizaba el precioso paisaje…
Fuimos subiendo –como digo- a muy buen ritmo… pero sin rumbo. Ya que la idea de la salida acababa precisamente allí: Pensando en encontrar un paraje bonito donde parar a comer… al tiempo que echábamos una buena ruta por la zona.
Pero llegamos al pueblo de Montseny… y decidimos que parar, e ir a echar una cervecita en la estupenda y soleada plaza que hay… podía ser “lo suyo”. Así que dejamos las burras donde –sin saberlo en ese momento- se iban quedar hasta el momento de partir…
…y nos fuimos a echar esas “cervecitas”, que después –por arte de Birli Birloque- se iban a convertir en un aperitivo en toda regla… mientras charlábamos a gusto, disfrutando del sol, del ambiente… y del buen rollo que llevábamos…!
Y es que se estaba de a gusto…!!
Bufff…!! Demasié pal body!! Je, je, je…
Tanto es así… que cuando nos quisimos dar cuenta de la hora que era, la idea de coger las burras… e ir a buscar un bucólico paraje donde comer a la sombra de un roble, se nos antojó algo para otro día con más tiempo.
Por lo tanto, volvimos a las burras a pillar los bocatas de las alforjas… y nos fuimos a un pseudo-mirador que había allí al lado, donde le dimos con saña visigoda a la muelas… al tiempo que movíamos los bigotes, comiendo más a gusto que dios…!
Si es que… es verdad que cuando las cosas se hacen “medio improvisadas” siempre salen mejor que cuando las llevamos medidas y acotadas, coñe…! Je, je, je…

Y aquí llega uno de los momentos más esperados de la crónica… que desde ese mismo día –tras publicarlo Eolia en el FaceBook- ha inundado las redes sociales con un mono-tema:
Las sandalias…!!
Qué pasa con las sandalias del Montseny…??
Qué son las sandalias del Montseny…?
O mejor dicho:
Qué hacían unas sandalias en el Montseny…?
Pues miren ustedes. De verdad, y con el corazón en la mano…
…ni la más repajolera idea, oiga!!
Porque ciertamente… aquello fue un fenómeno que –de haber estado vivo el mismísimo Dr. Fernando Jiménez del Oso… seguro que lo hubiera estudiado. Pero nosotros, moteros modestos como somos… sólo atinamos a observarlo rascándonos con la uña del dedo índice la mollera, sin sacar más conclusiones que las que vuestras mercedes van a leer aquí, y ahora…

La cosa fue que después de comer… y decidiendo si ir a echar un cafetín… apareció por allí un coche –creo recordar que blanco- conducido por una buena señora que aminoró la marcha a nuestra altura. Y sin soltar más prenda que las susodichas sandalias… las soltó allí encima sin bajarse del coche ni –como digo- mediar palabra con los presentes. (Que éramos nosotros)
Allí dejó las sandalias, como quien suelta un suspiro… y sin más, tomó las de Villadiego.
Si, si… allí dejó las sandalias la buena mujer… dejándonos a todos más intrigados que Pajuncio…
En un primer momento… la cosa parecía clara:
Las ha tirado dando muestras de ser más guarra que la Berzas, que hacía muñequitos de moco y se comía las cabezas.
Pero no… O al menos, no por los motivos que se nos pudieran ocurrir…
Pues uno piensa:
“Están rotas”…
Pero no! Estaban nuevas, nuevísimas…!!
Vamos, que por no estar, no estaban ni arrugadas… ni marcada la hebilla en la cinta… ni nada de nada…
Otro puede pensar:
“Están viejas”…
Pues mire usted, tampoco…!
Estaban impolutas…!!
Ni había marcas de uso de ningún tipo… Ni la suela estaba gastada…
Qué digo gastada...! No estaba ni manchada!!
Estaban las sandalias… como si acabaran de salir de la caja…
Nuevas! Nuevecitas…!!
Y entonces… por qué la tipa las dejó allí encima y se fue?
Con qué intención nos las dejó allí delante, precisamente donde estábamos…??
Pues con el corazón en la mano, y seguro de expresar lo que sentimos los compañeros que allí estábamos… sólo puedo decir que “NPI”.
Ya que esas siglas reflejan a la perfección, las más trabajadas conclusiones a las que llegamos después de haberlas barajado todas.
Incluso después de haber buscado cómplices por la zona…
De haber buscado cámaras ocultas…
De haber indagado por si en los psiquiátricos de la comarca faltaba alguien…
Nada..!!
Sólo os podemos asegurar que –por lo que nosotros sabemos- los motivos que llevaron a esa buena mujer a hacer lo que hizo, fueron para nosotros NPI:
Ni Puta Idea…!!
Así que dejamos las sandalias allí… tal como las había dejado ella, y del mismo modo en que fuimos hasta el mirador, nos fuimos andando hasta la plaza.
Dispuestos a cambiarle el agua a las olivas… Echar unos cafetines… Y no pensar más en las misteriosas zapatillas, ni la tipa que allí las dejó.
Ala pues…! A otra cosa…

Aquella tarde se presentaba preciosa. Y la verdad es que echando el cafetín en la terrazuela… se estaba a gusto de verdad.
Pero aún teníamos un buen trecho hasta casa… e iba siendo hora de hacer un pensamiento si queríamos llegar a una hora –más o menos- prudente.
Con lo cual, no alargamos los cafelotes más de lo necesario… y después de haber buscado –infructuosamente- un lugar donde comprar los chicharrones que vuelven loco a nuestro amigo JuanPoti… decidimos arrancar motores, vestirnos como es debido… y emprender decididamente la ruta de retorno.

La rutilla –como la ida- muy tranquilota y amena.
Con sólo un par de paradas… impuestas por la necesidad.
La primera, prácticamente justo después de salir. Cuando paramos en la primera gasolinera que vimos –creo que en Santa María de Palautordera-, donde llenamos y vaciamos depósitos.
Unos en el baño… y otros en el surtidor… je, je, je…
Pero vamos, una ruta contra-reloj… que volvimos a detener en L’Hospitalet. Donde nos despedimos unos de otros –ya que el sol se había ido, la temperatura bajaba, y el reloj avanzaba inexorablemente… y ya no nos íbamos a parar más.
Con lo cual… después de los besitos y arrumacos de rigor, Jordi ya tiró para su casa… mientras el resto tirábamos para la carretera de Las Costas.
Carretera que recorrimos a gusto… hasta Sitges. Donde Eolia y un servidor tiraron para casa… mientras Aracely y JuanPoti ponían rumbo a El Vendrell.

La ruta había terminado…!!
Y con ella… una de las salidicas más bonitas y divertidas que se pueden hacer… y que espero –como dije antes- que la podamos repetir –si puede ser, en primavera- compartiéndola con el resto de compañeros y compañeras que en ésta ocasión echamos de menos…!
Y no sabéis cuanto…!!

Así que companys… hay que tenerla en cuenta. Que ésta salidica… con el día más largo, y toda la colla en ruta… puede ser una pasada…!!
Oh, yeah…!!!

NaCluT!!!